
A veces ser astrónomo es peligroso
En otra publicación explicamos por qué los tránsitos de Venus de los años 1761 y 1769 despertaron una enorme expectación entre los astrónomos europeos y que, debido a ello, se organizaron expediciones astronómicas a las lejanas colonias de América y Asia [Ver: «TRÁNSITOS»]. En ambas campañas las dificultades se centraban en los problemas y riesgos que entrañaba el viaje, a lo que había que añadir que Francia y Gran Bretaña se enfrentaban en la Guerra de los Siete Años, y esto hacía aún más peligrosos los desplazamientos.
Tenemos por ejemplo el viaje de Alexandre Guy Pingré a la isla Rodríguez en el océano Índico, financiado por la Academia de las Ciencias Francesas. Poco después de doblar el cabo de Buena Esperanza, avistaron buques ingleses que pudieron evitar, pero luego encontraron un buque francés que no tuvo tanta suerte al que tuvieron que socorrer, pese a las protestas del astrónomo. En consecuencia perdieron mucho tiempo y Pingré llegó a su destino sólo nueve días antes del tránsito. Llegado el momento, el mal tiempo sólo le permitió tomar algunas medidas cuando las nubes lo consintieron. Antes de partir la isla fue tomada por los ingleses, de manera que Pingré permaneció prisionero unos tres meses hasta que fue recuperada por los franceses. En el viaje de regreso su buque fue capturado de nuevo y tuvo que desembarcar en Lisboa para al final llegar por tierra a París un año y cuatro meses después de su partida.
El también francés Guillaume Le Gentil en su viaje a Pondicherry, una posesión francesa en la India, sufrió similares peripecias. Por culpa de los ingleses tuvo que observar el tránsito de 1761 desde alta mar, lo que no le sirvió de nada, por lo que decidió permanecer por la zona hasta el tránsito de 1769. Pero las nubes tampoco se lo permitieron observar, lo que casi le hizo enloquecer. Entre uno y otro tránsito se dedicó a diversas investigaciones científicas, descubriendo una flor desconocida en Europa a la que bautizó como «hortensia» en honor a Nicole-Reine Hortensia Lepaute una matemática francesa.
Entre una cosa y otra, a las que hay que añadir un huracán y la disentería, tardó 11 años y medio en regresar a Francia, para descubrir que había sido dado por muerto, su esposa se había vuelta a casar y sus herederos se habían dividido sus posesiones.