La cara oculta de la Luna

La cara oculta de la Luna

Que la Luna nos muestra siempre la misma cara y que, por tanto, la otra cara permanece oculta, es algo sabido por todos. Sin embargo mucha gente tiene la confusión de pensar que la cara oculta está siempre a oscuras, que el Sol no la ilumina nunca. Quizá esto obedezca a equiparar inconscientemente «oculta» con «oscura» y al hecho de que cada vez que vemos la Luna estamos viendo su cara visible iluminada por el Sol, y deducir que la otra estará a oscuras.

Pero esto sólo es así en la fase de Luna llena. En Luna nueva, nuestro satélite se sitúa entre el Sol y la Tierra, y en esta posición su cara visible está dirigida hacia nosotros y por tanto a oscuras, salvo por la luz que le llega reflejada desde nuestro planeta. Lógicamente la cara oculta estará dirigida al Sol y plenamente iluminada. En las fases de cuarto creciente y menguante se da una situación intermedia en la que una cara se oscurece a medida que la otra se ilumina y viceversa.

Dentro de la extensa familia de satélites de los planetas del Sistema Solar la Luna es un caso singular. Su singularidad viene dada por su gran tamaño respecto a su planeta, o sea la Tierra. En el Sistema Solar sólo hay otro caso similar entre Plutón y su satélite Caronte, que examinaremos en otra ocasión. Dados sus tamaños y distancia la Tierra ha trabado gravitatoriamente a la Luna, de forma que el período de traslación y de rotación de ésta son exactamente iguales y, en consecuencia, nos presenta siempre la misma cara. La otra cara de la Luna estuvo oculta a la vista humana hasta que la sonda automática soviética Luna 3 la fotografió por primera vez el 7 de octubre de 1959.

 

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