El planeta donde se envejece más despacio
En el siglo XIX se detectó cierta anomalía en la órbita de Mercurio, consistente en que en sucesivas órbitas el perihelio, o punto de la misma más cercano al Sol, se desplazaba un poquito de lo que la mecánica newtoniana predecía. Este fenómeno se conoce como precesión o avance del perihelio de Mercurio.
En la imagen el efecto está muy exagerado para poderlo apreciar, pero en realidad es muy pequeño, sólo 43 segundos de arco por siglo (recordemos que una circunferencia se divide en 360 grados, cada uno de los cuales se subdivide en 60 minutos y cada uno de estos, a su vez, en 60 segundos). Pero los astrónomos son muy quisquillosos en lo referente a la exactitud de las mediciones, y esta anomalía les traía de cabeza porque no encontraban explicación. Llegaron a suponer la posible existencia de un desconocido planeta transmercuriano de órbita aún más interior, y al que se bautizó como Vulcano. Se realizaron intensas búsquedas, pero al final se llegó a la conclusión de que Vulcano no existía.
La explicación tuvo que esperar hasta que Einstein formuló su teoría de la relatividad general. Efectivamente, Mercurio al estar tan cerca de la enorme masa del Sol, se ve afectado por efectos relativistas. A causa de la influencia gravitatoria del Sol, el tiempo en Mercurio transcurre un poco más despacio de lo que debería, y eso afecta a su órbita provocando la precesión del perihelio. Esto constituyó una prueba de la validez de la teoría de la relatividad, ya que los cálculos teóricos coincidían con la desviación de 43’’ por siglo de las observaciones, y contribuyó a la enorme popularidad de Einstein tanto como la constatación de que la gravedad puede desviar la luz. Pero la disminución del envejecimiento es tan pequeña que dudosamente compensará a nadie por las incomodidades y peligros de vivir en Mercurio.